martes, 16 de marzo de 2010

Duelo a Garrotazos...

Dos largos años de crisis después y con tres cumbres de los 20 países más desarrollados a las espaldas, Occidente sigue sin entender que las heridas de la economía sólo cicatrizarán si todos los agentes implicados reman a la par. Es decir, si los gobernantes, empresarios, sindicatos y banqueros hacen exactamente lo contrario de lo que vienen haciendo desde hace meses.

Apenas diez días después de que Bruselas pusiera sobre la mesa una propuesta tan ambiciosa como la creación de un Fondo Monetario Europeo para rescatar a los países con problemas, el Gobierno francés culpaba ayer a la canciller Angela Merkel de los desquilibrios en la zona euro. "Alemania ha hecho claramente un buenísimo trabajo en los últimos 10 años al mejorar su competitividad y contener los costes laborales. Pero no estoy segura de que sea ése un modelo sostenible a largo plazo para el conjunto del grupo. Se requiere una mejor convergencia", aseguraba ayer en una entrevista con Financial times la ministra de finanzas, Christine Lagarde.

Francia pide concordia y convergencia lanzando dardos. La actitud de Lagarde poco dista de la que mostraba el viernes el ministro alemán de Finanzas. Wolfgang Schäuble se mostró partidario de expulsar de la zona euro a quien incumpla sus compromisos de estabilidad. "Si un Estado del Eurogrupo no es capaz de recuperar la capacidad de competencia de su economía ni de sanear sus presupuestos públicos, como 'última ratio' debería abandonar la Unión Monetaria", aseveró, también en Financial Times. Haciendo amigos.

En este lado de los Pirineos la tendencia es idéntica. Es más, la bronca está de moda, es, desde hace mucho, un deporte nacional. No ha habido ni una sola reunión entre los equipos designados por el Gobierno y la oposición para alcanzar pactos de largo alcance que no haya concluido con un crudo intercambio de reproches, dimes y diretes. Inteligente manera de buscar medidas para salvar a un país que camina hacia los cinco millones de parados.

Así actúan bancos y cajas, grandes víctimas -y en parte, culpables también- de la crisis financiera. La última andanada la lanzó el pasado jueves el presidente de la Asociación Española de Banca. Para Miguel Martín es "inaceptable" que las cajas sigan sin acometer el necesario proceso de reestructuración. Horas más tarde, le dio la razón el número dos del Santander, Alfredo Sáenz.

Y así todo. Repase usted en la hemeroteca las amenazas de los sindicatos a la patronal y la soberbia de la patronal respecto a los sindicatos. O las salidas de tono de los políticos regionales. La última, protagonizada -una vez más- por la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, quien llamó a las ciudadanía nada menos que a rebelarse contra la subida del IVA.

El único -o unos de los pocos- que ha mantenido una posición firme, clara e invariable desde el inicio de la recesión ha sido el gobernador del Banco de España. Miguel Ángel Fernández Ordóñez nunca ha escondido que las cajas de ahorros necesitan una profunda limpieza para quitarse el estigma de la politización, que el mercado laboral requiere una reforma drástica en la que debe contemplarse la flexibilización del despido o que el sistema nacional de pensiones claudicará si nuestros gobernantes no intervienen. ¿Será por eso que Ordóñez causa pavor entre las filas populares y recelo dentro de la casa socialista? Decir lo que uno piensa, a pecho descubierto, tiene un coste. Es mucho más sencillo tirar la piedra y esconder la mano. Que España es un país de bronca. Goya lo vio claro y píntó su Duelo a Garrotazos. Y nada ha cambiado desde entonces.


Juan T. Delgado

Jefe de Economía y Mercados.www.elmundo.es

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